Después de la locura de ser OPC y luego de grandes saltos y cambios bruscos de rumbo en mi vida personal, hice una incursión en el mundo de los negocios montando "mi propia empresa". No les diré de qué era, pero si les puedo decir que las sociedades mercantiles “en pareja” se terminan “con la pareja”. Y una vez más… GAJES DEL OFICIO.
Después vino mi primera “gran oportunidad” seria y estable: Recepcionista de Atención al Cliente en la empresa de ferrys de Margarita (no es necesario que mencione el nombre, verdad?) Pues si, esa misma. Mi trabajo consistía en sonreírle al cliente, brindarles la información y el apoyo que necesitaran durante su estadía en el Terminal, sonreírle, recibir formalmente sus quejas, sonreírle, solucionar sus problemas (o al menos hacer el intento), sonreírle y representar a la empresa ante todo. Ah! Mencioné que debía sonreír siempre?
El trabajo se habría hecho sencillo si no fuera por los ferrys destartalados, un Terminal que lo que daba era asco (aún), unas oficinas con sistema de ventas y reservaciones obsoleto e ineficiente, unidades insuficientes para la demanda y la cantidad de largos etcéteras que ya deben conocer si han viajado en ferry a Margarita. Era una tarea titánica tratar de “servir” a la gente como quería la empresa. A esto hay que sumarle que el problema que yo solucionaba en la oficina de Atención al Cliente, los deshacía el grosero de la venta de boletos o el bruto del maletero en el Terminal.
Fue, un trabajo extremadamente difícil no sólo en cuanto al trabajo en si, sino también en cuanto al ambiente, pues era un departamento donde solo habíamos mujeres. Trabajábamos en dos turnos; uno de 7am a 3pm y otro de 1pm a 9pm durante 7 días consecutivos. Librábamos un día a la semana y teníamos un fin de semana libre al mes. El uniforme era zapatos de tacón, blusa y mini-falda. La blusa llevaba unas caponas de marino en los hombros. Recibimos entrenamiento y cursos de protocolo, modelaje, maquillaje, etiqueta y por supuesto, autoestima, superación personal y hasta primeros auxilios y salvamento (que fue el que más disfruté).
Después vino mi primera “gran oportunidad” seria y estable: Recepcionista de Atención al Cliente en la empresa de ferrys de Margarita (no es necesario que mencione el nombre, verdad?) Pues si, esa misma. Mi trabajo consistía en sonreírle al cliente, brindarles la información y el apoyo que necesitaran durante su estadía en el Terminal, sonreírle, recibir formalmente sus quejas, sonreírle, solucionar sus problemas (o al menos hacer el intento), sonreírle y representar a la empresa ante todo. Ah! Mencioné que debía sonreír siempre?
El trabajo se habría hecho sencillo si no fuera por los ferrys destartalados, un Terminal que lo que daba era asco (aún), unas oficinas con sistema de ventas y reservaciones obsoleto e ineficiente, unidades insuficientes para la demanda y la cantidad de largos etcéteras que ya deben conocer si han viajado en ferry a Margarita. Era una tarea titánica tratar de “servir” a la gente como quería la empresa. A esto hay que sumarle que el problema que yo solucionaba en la oficina de Atención al Cliente, los deshacía el grosero de la venta de boletos o el bruto del maletero en el Terminal.
Fue, un trabajo extremadamente difícil no sólo en cuanto al trabajo en si, sino también en cuanto al ambiente, pues era un departamento donde solo habíamos mujeres. Trabajábamos en dos turnos; uno de 7am a 3pm y otro de 1pm a 9pm durante 7 días consecutivos. Librábamos un día a la semana y teníamos un fin de semana libre al mes. El uniforme era zapatos de tacón, blusa y mini-falda. La blusa llevaba unas caponas de marino en los hombros. Recibimos entrenamiento y cursos de protocolo, modelaje, maquillaje, etiqueta y por supuesto, autoestima, superación personal y hasta primeros auxilios y salvamento (que fue el que más disfruté).
En el muelle de Punta de Piedras, con aquella pepa e' sol, el tierrero, el pegoste del salitre, 1500 almas desesperadas tratando de salir de la isla el mismo día y a la misma hora en dos barcos, no era precisamente un placer andar maquillada y en tacones; el sol ni dejaba asomarse a la puerta de la oficina. Pero, una “Recepcionista de Atención al Cliente” trata de conservar la sonrisa más glamorosa aún con los ojos encadilaos y el maquillaje derritiéndose de calor y sol.
Aún así, aprendí muchísisisisimas cosas y además vinieron momentos inolvidables, como por ejemplo, el más cumbre para mí: Por ley, debe realizarse un simulacro de emergencia en los barcos al menos una vez al año, para entrenar a los marinos y advertir a los pasajeros.
Aquel día nos embarcamos en “el ferry lento” y a dos horas de travesía se dio inicio al simulacro. Este fue anunciado por el capitán, quien explicó (muy inspirado) a los pasajeros lo que debían hacer y de qué se trataba. Pero los parlantes no funcionaron y abajo, en los salones de pasajeros, solo se oyó el ruido que se produce en el dial de la radio cuando no capta la señal de alguna emisora. De pronto, sonó la sirena de alarma. Los marinos que ya sabían qué hacer, acudían corriendo a realizar sus maniobras. Los pasajeros se levantaron de sus asientos y la histeria tuvo inicio. Mis compañeras y yo, al ver aquel alboroto, tomamos un parlante y comenzamos a tratar de calmar a la gente, quienes ya habían abierto los compartimentos de salvavidas y comenzaban a pelearse por uno. A mi compañera, la más alta del grupo, se le colgó una viejita del brazo y no la volvió a soltar hasta que llegamos a Puerto La Cruz, segura de que aquel mujerón sería su boleto de salvación.
Lo peor del caso era que la gente no nos creía cuando mi compañera gritaba por el altoparlante:
- Señores, cálmense, vuelvan a sus asientos. Estas son maniobras de rutina. Esto solamente es un DISIMULACRO….
Ja ja ja ja. Yo le soplaba a Menganita que no se decía DIsimulacro y ella me replicaba:
- Sí! Si se dice así, no ves que se DIsimula que pasa una emergencia.
Ja, ja, ja, ja.
Un señor muy serio se me acercó y me preguntó en voz baja, casi en el oído:
- Señorita, a mí si me puede decir la verdad, dígame qué es lo que está pasando? Nos vamos a hundir?.
- No, Señor, de verdad, no pasa nada. Esto es un simulacro. Maniobras de rutina. Por seguridad. Entiende?
Y me respondió: - Simulacro? Simulacro el que tiene montada esta porquería que se hace llamar empresa. Rutina? Rutina es que se les que me un barco como el Virgen del Valle (Justo hacía poco de ese incidente). Seguridad? Aquí lo único seguro es que nadie nos va a responder por los daños. Esta gente hay que demandarla! … Y casi, casi, un motín a bordo.
Luego me pasaron al Tele Express. El sistema de ventas e información telefónica. Dios! Tenía que oir cada cosa! Por ejemplo:
Luego me pasaron al Tele Express. El sistema de ventas e información telefónica. Dios! Tenía que oir cada cosa! Por ejemplo:
- Señorita, cuando tarda el viaje de Puerto La Cruz a Margarita?
- Cinco horas y media señora, en le ferry convencional.
- Aaaaaahhhh… y en el Expreso?
- 3 Horas, Señora.
– Aaaaahhhhh. Y cuál es la diferencia? Aparte de las DOS HORAS Y MEDIA SEÑORITA! Porque del resto son la misma vaina…
Otra:
Otra:
- Señorita, cuánto dura el viaje de Puerto La Cruz a Margarita?
– Cinco horas, señora.
– Y de regreso?...
Sin comentarios…
Otra más:
Otra más:
- Señorita cuánto tiempo me toma llegar a Margarita?
– Depende señora, de dónde nos llama?
– De Mérida, señorita, pero yo no soy de acá. Yo soy de Maturín. Lo que pasa es que mi hermana se casó hace dos años con un muchacho de acá, ay! Tan bello él. Un muchacho muy bueno, sabe? Trabaja mucho. Y entonces nos vinimos para el matrimonio, pero yo me quedé oyó? Es que es tan bonito por aquí. Aquí no hace ese calor que hace allá en Oriente!... Noooooo. Aquí hace friíto, oyo? Por allá no está haciendo calor?...
Otra:
Otra:
- Señorita cómo hago para ir a Margarita?
– Ay! Señor, trabaje, ahorre muuuuuuucho, mucho, mucho y después hablamos!
La última, para no aburrirlos más.
La última, para no aburrirlos más.
Tuve la oportunidad de trabajar como Ferrymoza en el barco “rápido”. De todas las cosas que me tocó vivir allí, esta es inolvidable:
En el viaje de las 9pm de Margarita a Puerto La Cruz, ya íbamos muertas del cansancio, de tanto trajinar desde las 5am. Media hora después de zarpar, comenzamos a servir el refrigerio a los pasajeros. Aquella noche íbamos full! Terminamos el servicio y recogimos las bandejitas y los vasitos. Como siempre. Limpiamos los “trollies“ (los carritos que usábamos para servir y recoger) y ordenamos las bolsas de basura para que las bajaran en Puerto La Cruz.
En el viaje de las 9pm de Margarita a Puerto La Cruz, ya íbamos muertas del cansancio, de tanto trajinar desde las 5am. Media hora después de zarpar, comenzamos a servir el refrigerio a los pasajeros. Aquella noche íbamos full! Terminamos el servicio y recogimos las bandejitas y los vasitos. Como siempre. Limpiamos los “trollies“ (los carritos que usábamos para servir y recoger) y ordenamos las bolsas de basura para que las bajaran en Puerto La Cruz.
- Ahora si, pensamos, descansemos un rato.
Y nos sentamos en la Recepción del Barco a esperar que lo que quedaba de travesía transcurriera rápido. Faltando como media hora para llegar a Puerto La Cruz, se nos acerca un señor y tapándose la boca con un pañuelo, nos preguntó:
-Mira mija, dónde está el vasito donde me sirvieron el jugo, que yo había dejado en la mesita plegable?
- Señor, seguramente lo recogimos con la basura.
El señor, horrorizado, nos preguntó:
- Y ya la botaron?!
- No, señor, imagínese! eso lo sacamos en Puerto La Cruz. Por qué pregunta?
– Señorita, porque en ese vasito estaba mi puente! (La plancha, pues! Los dientes postizos...)
Nos reclamó, nos regañó por descuidadas, nos hizo un drama y tuvimos que sacar toda la basura de las bolsas buscando la bendita plancha! Estábamos desesperadas, sucias y casi nos lanzábamos por la borda. Llegamos a Puerto La Cruz y nada que aparecían los dientes del señor. Nos quedamos dos ferrymozas en el catering, buscando como locas y no aparecía.
Cuando ya había bajado, al menos la mitad de los pasajeros, se acercó nuestra supervisora al catering y nos dijo:
- Muchachas, no sigan buscando. Ya apareció. El señor la había guardado en el koala y no se acordaba!
Gajes del oficio!
Gajes del oficio!
Continuará...
10 comentarios:
Me he reido hasta casi llorar!!!!! Menos mal que no hay nadie a mi lado porque pasaría por loca, solo de imaginarme lo de la plancha, ha sido demasiado bueno!!!
Estas anécdotas me traen malos recuerdos en el ferry.. calor, colas, mareos, gentio... te compadezco esa época. Y como telefonista?? Bueno la gente es demasiado.... con eas preguntas, muchas veecs no pensabas que te estarían vacilando??
Muy bueno, me has hecho reir un montón!
jajajaj Hay Gatica...han sido gajes del oficio que padecerlos Grrrrr ....pero escucharlos ha sido muy gracioso.
te he dicho que me gustas como narras tus historias?
Un abrazo caluroso¡¡
jajajaj, me tienes pendiente.
que chèvere que te sientes a escribirnos los gajes del oficio que han tocado vivir.
Me has hecho reír con los cuentos de la gente y la que se queda pegá hablando, jajajajajjaa
Seguro, pero segurísimo que te conocí!!!
que vaina gatica jejje¡¡¡¡
lei rapidito todo fino despues paso con calma aky en mi ronda nocturna de visitas....
saludoxxxxx
Me hiciste reir demasiado con tus gajes del oficio, yo tambien trabaje en atencion al cliente pero del aeropuerto y te puedo decir que es casi la misma experiencia... me identifique muuucho con todo esto y me lanzaste en un flash back.
Saludos Gatuna y espero que tus cachorros esten bien.
miau-guau!
Que post mas bueno gata, me reí muchísimo; ademas me super-identifiqué ya que al igual que tu, yo trabajé como en el mundo de los resort, como vendedora (lainer) y también fuí teleoperadora, en fin uno goza un mundo con las preguntas de la gente.
Esperamos la 3era parte de estos post tan divertidos.
Ja,ja,ja... casi me orino. Esto es demasiado. Por eso es que la vida es buena, uno sufe pero goza.
Nosotros en el negocio, como cerramos más tarde que la mayoría de los locales de comida, había un momento que llamabamos la hora del restaurantero, porque se venían los que trabajaban en otros restaurantes o taguaritas a comer después que cerraban y nos poníamos a echar todos los cuentos del trabajo. Aquello era la propia terapia porque terminábamos riéndonos y planeando las venganzas contra los clientes necios.
Me encanta leer tus aventuras
Un beso
María Alecia
P.D. Sobre la pregunta que me dejaste, pues si, Sumito es tan chévere en persona como en la tele, sino más.
divertidisimos los cuentos! ?esta gata blanca de la foto es tu gata? la foto esta muy divertida tambien.
ademas las otras fotos de gatos tambien estan muy divertidas
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