Una mañana cualquiera, día de escuela… Con voz cantarina y suavecita, paso al lado de su cama…
- Tortuguiiiitaaaa… Buenos días, tortuguita…
Yo, recordando aquellas tardes entre las páginas de Aquiles Nazoa… El, ni se mueve. Yo doy una vuelta más.
- Tortuguiiiitaaaa… Buenos días, tortuguita…
El, comienza a moverse. Sé que está despierto…
- Tortuguiiiitaaaa… Buenos días, tortuguita… ¿Dónde estará mi tortuguita?
Y recuerdo: “Un sainete o astracán donde en subidos colores, se les muestra a los lectores, la torta que puso Adán”
Doy vueltas a su alrededor. Levanto las almohadas, miro debajo de la cama, reviso su morral del colegio. Busco mi tortuga por todos lados. El, no abre los ojos. Pero sonríe… Cuando siente que me acerco a donde está, se esconde bajo
- ¡Ajá! ¡Aquí está mi tortuguita! ¡Aquí está!
Él, se ríe. No abre los ojos… Yo recuerdo aquel libro blanco, gordo, delicia de mi niñez, el encanto de Christian por “Humor y amor” y su sonrisa cuando le leía sus poemas…
Yo, me río y comienzo a narrarle el despertar.
- Ahí viene mi tortuguita… ¡mira! Poco a poco va asomando una patita. Viene saliendo de su caparazón. Viene, ya viene mi tortuguita…
- ¡Salió! Mi tortuguita se despertó. Ya salió de su caparazón ¡Qué susto! ¡Siempre me asustas!
Me abalanzo sobre él, le hago cosquillas. Ríe a carcajadas. Lo beso, lo beso, lo beso…
- Vamos, pues, a levantarse ya, que se hace tarde…
Él, me abraza, me besa. Retozamos y ya despierto, de un brinco se pone en pie. Hace un catá. Se pone en guardia y exclama:
- ¡Já! ¡Pdepádate! Voy a sacad mi dispada y te voy a codtad la cabeza podque yo soy Grrrrrrrrafael ¡la ToDtuga ÑinYa!
Él ve el mundo de otro color y para mí es un placer infinito comenzar el día con una buena carcajada…
Besos que ladran!