08 diciembre 2008

Cambio: bendita señal de vida

Sin aspavientos ni ruidos... sin bombos ni platillos...

Todos sabíamos que esto iba a suceder tarde o temprano. Sobre todo yo y aquí estoy.

Hace poco más de tres meses sucedieron estos cambios, unos tras otros, como ráfaga de metralleta y mi pobre "yo" quedó con la camisa agujereada y tambaleante. Mas las mañas me sostuvieron y aquí sigo. De nueve, no sé cuántas vidas me quedan ya, pero ha sido muy curioso revisarme la pelambre y darme cuenta de que ni una sola de aquellas balas llegó a rozarme. Este lugar no se salvó de los cambios. Exorcisado el espacio y desempolvados los rincones, vuelvo a habitarlo.

Ha sucedido mientras no andaba por acá, que me hice estudiante otra vez, que enfrento una nueva mudanza, que creció la familia, que cambio de trabajo y que estoy haciendo malabares para hacer todo lo que quiero pero por sobre todo, ser de una vez por todas todo lo que soy.

Así andamos los gatos... sin hacer ruido, pisando suavemente sobre felpa o sobre piedra, cayendo siempre de pie y al acecho.

Heráclito, decía: "En el mismo río entramos y no entramos, pues somos y no somos [los mismos]"

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