El día de ayer me lo saqué con un numerito… Carlitos amaneció enfermito, con unas fiebres de las que a él le dan (altísimas y violentas), lo que me obligó a llevarlo al médico. Esta decisión me enfrentó en la calle al "país de los numeritos" y he aquí el periplo numérico de ayer:
Centro de Salud:
- Buenos días, por favor ¿qué debo hacer para que algún pediatra me atienda al chamo que tiene fiebre muy alta desde ayer?
Una enfermera, muy atenta, me indicó:
- Ah, si, señora. Siéntese ahí ¿Tiene fiebre ahora?
- Pues, no. En este momento no.
- Entonces, puede esperar a la pediatra. En esa taquilla, entregan unos numeritos. Hay que hacer una cola, por orden de llegada. (¿?) Una enfermera les avisará a la hora de entregar los números.
- Bien, gracias. Esperaré.
Dos horas después se apareció una enfermera con un cerro de carpetas que olían a siglos, diciendo en tono enérgico y a la vez, sonriente:
- Los que vienen por números para las citas de hoy, hagan una cola por acá. Cédula en mano y número de historia, por favor.
Todo el mundo se agolpó frente a la taquilla. Una señora muy pizpireta que también esperaba “por un numerito”, se adjudicó la voz cantante y comenzó a organizarlo todo:
- ¿Quién llegó primero? ¿a qué hora llegó usted, señora? Póngase por aquí ¿Quién llegó después? Un momentito señor, espérese usted por ahí, que yo vi que usted llegó hace ratico…
Debo admitir que lo hizo muy bien. En menos de 15 minutos estaba todo el mundo formado, con orden y conforme, en espera de que la enfermera repartiera “los numeritos”. Finalmente la señora tomó su lugar y la cola comenzó a avanzar.
Me tocó el número 6 de Pediatría. La Doctora atendía a partir de la 1pm en el consultorio 8. Como eran, apenas, las 11 y media de la mañana, decidí almorzar cerca y volver. Por fortuna, Carlitos no tenía fiebre en ese momento.
Centro de Salud:
- Buenos días, por favor ¿qué debo hacer para que algún pediatra me atienda al chamo que tiene fiebre muy alta desde ayer?
Una enfermera, muy atenta, me indicó:
- Ah, si, señora. Siéntese ahí ¿Tiene fiebre ahora?
- Pues, no. En este momento no.
- Entonces, puede esperar a la pediatra. En esa taquilla, entregan unos numeritos. Hay que hacer una cola, por orden de llegada. (¿?) Una enfermera les avisará a la hora de entregar los números.
- Bien, gracias. Esperaré.
Dos horas después se apareció una enfermera con un cerro de carpetas que olían a siglos, diciendo en tono enérgico y a la vez, sonriente:
- Los que vienen por números para las citas de hoy, hagan una cola por acá. Cédula en mano y número de historia, por favor.
Todo el mundo se agolpó frente a la taquilla. Una señora muy pizpireta que también esperaba “por un numerito”, se adjudicó la voz cantante y comenzó a organizarlo todo:
- ¿Quién llegó primero? ¿a qué hora llegó usted, señora? Póngase por aquí ¿Quién llegó después? Un momentito señor, espérese usted por ahí, que yo vi que usted llegó hace ratico…
Debo admitir que lo hizo muy bien. En menos de 15 minutos estaba todo el mundo formado, con orden y conforme, en espera de que la enfermera repartiera “los numeritos”. Finalmente la señora tomó su lugar y la cola comenzó a avanzar.
Me tocó el número 6 de Pediatría. La Doctora atendía a partir de la 1pm en el consultorio 8. Como eran, apenas, las 11 y media de la mañana, decidí almorzar cerca y volver. Por fortuna, Carlitos no tenía fiebre en ese momento.
Cerca del Centro de Salud, hay un sitio donde preparan unas hamburguesas y parrillitas bien chéveres. Tomando en cuenta que no podía irme lejos me enfilé hacia allá.
- Señor, por favor – dije al gordo detrás de la caja – 2 parrillitas de pollo, 1 sin ensalada y 2 té con limón.
- Son 20 Mil. Tome su número, le llamarán cuando esté lista.
En el consultorio me atendieron alrededor de las 3 de la tarde y al salir de allí, me fui al Banco.
En Banesco le pagan a una niña muy linda para que cuide que la gente no haga fiesta con la dispensadora de numeritos…
- Buenas tardes. Voy a solicitar una chequera y a depositar, por favor.
- ¿Qué quiere hacer primero?
- ¿Y eso qué importa? Quiero hacer las 2 cosas.
- Es que debe tomar un número para “Operaciones de Taquilla” y luego otro “Para solicitar la chequera” que es por el otro lado.
- Dame el que salga más rápido, primero… - Dije entre dientes.
Del banco al Locatel más cercano para comprar la lista de medicamentos.
- Buenas tardes, señora ¿en qué puedo ayudarle? – se ofreció una muchacha muy simpática en la entrada de la mencionada tienda.
- Necesito estos medicamentos, por favor.
- ¡Ah! Si, tome un número y espere que la llamen por farmacia.
¡Si los números rascaran, con tantos que me he tomado ya…! - Pensé-
- Lista su orden, señora. La llamarán por la caja NUMERO 9.
Ya no me estaba haciendo tanta gracia…
Con mi bolsita de medicamentos, salí por fin del Paraíso de La Tercera Edad y me largué al supermercado. Algunas cosas hacían falta en casa… Frente a las neveras, al final de los pasillos, un letrero bien grande y en color rojo explicaba:
“Tome su número y espere a ser llamado”
Tomé 1 de charcutería y 1 de carnicería… a ver cuál salía primero y rogando que no salieran los 2 al mismo tiempo (¡Maldito Murphy!)
Siguiente parada: La panadería.
- Señor, 2 canillas, por favor.
- Debe tomar 1 número señora.
- ¡Ah! Pero eso es nuevo ¿No, Gocho?- (Así le decimos cariñosamente al panadero de siempre)
- Si, señora, nos estamos modernizando…
- Grrrrrrrrr… - Respiré profundo. Miré alredor… Pero Gocho ¡Si no hay más nadie!
- ¡Pero es que la estamos estrenando! – Tuvo el descaro de decirme, muerto de la risa.
- Estás muy gracioso, hoy…
- ¡Sí, es que hoy salió mi número! – Rió.
- Si, yo sé lo que es eso; El mío también... - murmuré con amargura y creo que entendió mi mirada, porque a partir de ese momento recobró la compostura.
Al salir, entre las bolsas y el cansancio, decidí tomar 1 taxi en la línea de la esquina que me llevara directo a casa.
- Señor, necesito una carrerita, por favor.
- 1 momento señora, sale el número 34. Espérelo aquí.
Ya solo miraba al cielo suspirando por una explicación. Llegué a casa. Creí que todo había terminado. Me subí al ascensor, entre bolsas y el niño dormido, un señor muy amable se ofreció a marcarme el ascensor:
- ¿Qué número, señora? - Me preguntó.
Al salir, entre las bolsas y el cansancio, decidí tomar 1 taxi en la línea de la esquina que me llevara directo a casa.
- Señor, necesito una carrerita, por favor.
- 1 momento señora, sale el número 34. Espérelo aquí.
Ya solo miraba al cielo suspirando por una explicación. Llegué a casa. Creí que todo había terminado. Me subí al ascensor, entre bolsas y el niño dormido, un señor muy amable se ofreció a marcarme el ascensor:
- ¿Qué número, señora? - Me preguntó.
¡El que tu quieras! Pensé.
- 14, por favor. Gracias.
Sólo en casa estuve a salvo de los números después de oír los resultados de la lotería y a mi casera exclamando:
- ¡Qué desgracia, tantos números y no salió ninguno!
- ¡Pues te vendo todos los que me dieron a mí hoy! – Le respondí.
Juro que no conté ovejas esa noche…
Sólo en casa estuve a salvo de los números después de oír los resultados de la lotería y a mi casera exclamando:
- ¡Qué desgracia, tantos números y no salió ninguno!
- ¡Pues te vendo todos los que me dieron a mí hoy! – Le respondí.
Juro que no conté ovejas esa noche…
¡Besos que ladran!