A pesar de que siempre se me ha acusado de maniática por los “temas” que escojo para fundamentar la filosofía de mi vida, hay cosas que sencillamente no he podido cambiar. Y no las cambio porque aún no he encontrado suficientes demostraciones que me convenzan de que estoy equivocada. Sin embargo, he de admitir que algunas cosas derivan en otras por reiterativas y consecuentes. Toda esta perorata obedece a que llegó el viernes. Otra vez. Y ya me están empezando a caer mal los viernes también. Lo digo porque desde de que tengo uso de razón recuerdo que me han caído mal los días martes. Los detesto! Sencillamente, los detesto. Los martes suelen ser aburridos, pesados y ni hablar de lo pavosos (para mí). Siempre que las cosas me han salido mal, ha sido un martes. Puede sonar a sugestión. Es verdad. Tal vez necesite “terapia” para superar esto. Pero como no creo en ella y han pasado, por Dios!, más de veinte años y no he encontrado razones para desistir de mi idea hacia los martes, sigo creyendo en lo que he visto y en mi experiencia. Lo peor del caso es que no soy supersticiosa. Pero los martes para mí son terribles. No me doy cuenta de ello hasta que zas! Me pasa la primera la cosa. Y caigo en cuenta de que es martes. Entonces pienso… Bueno, qué se podía esperar, con razón!
A diferencia de los miércoles. Los miércoles siempre han sido mi día favorito. Mi día de suerte. Por sobre todos los días de la semana, siempre he adorado los miércoles. Mis materias favoritas las veía los miércoles durante los años que estudié. También nací un día miércoles. El miércoles mi energía se pone a millón. No se si sea por el inicio en picada del fin de semana, pero los miércoles son mis días favoritos.
Ahora bien. Hoy es viernes. Siempre fui muy parrandera. En casa todos lo somos. Siempre dispuestos para un bonche. Siempre listos para celebrar o simplemente reunirnos para pasarla bien. Soy muy pata-caliente. Los viernes eran sinónimo de salir o de recibir gente en mi casa. Los viernes me escapaba con el amor de mi vida. Los viernes siempre eran para algo.
Pero desde que me mudé a Caracas, los viernes siempre han sido de aburrido terror. La pesadilla de no tener “mi casa” para recibir a nadie se junta con que no tengo a nadie a quien recibir. La gente que he conocido hasta ahora aquí, tienen sus propias costumbres de viernes en la noche y no son precisamente afines a las mías.
Por otro lado, la familia de mi esposo es todo lo contrario a la mía. No suelen reunirse o visitarse. No toman, no bailan, no oyen música, no son unidos. No son. Ellos viven en un completo y ensordecedor remanso de paz y compostura, donde yo soy una “inadaptada que no sabe socializar” porque me gusta tomar, bailar, comer, la música, los chistes… esas cosas que sólo le lucen a los hombres, según la concepción de mi suegra. Además, no me paso horas en la peluquería, ni hablo de revistas femeninas, no hago dietas, ni juego tenis para “ligar” con mis cuñadas. Para coronar el pastel con una hermosa guinda, me aplasta el hecho de que aquí, si eres madre estás jodida, porque tu mundo se reduce a velar por tus hijos y nada más. Salir con tu pareja? Imposible! Estás loca. La calle es para los hombres casados y solteros, y para las mujeres solteras, viudas, divorciadas o de “mala vida”. Horror!
Tal vez los viernes no tengan la culpa. Pero cada vez que llega, trae tras de si, este collar de “perlitas” machistas que pesa más que un collar de bolas criollas. No espero que todos los viernes sean para salir a rumbear. Pero coño, tomando en cuenta que el fin de semana se dedica a la casa y los chamos, donde carajo queda el espacio de una?! Yo quemé mi etapa de discotecas. Eso sí. Fui a cuanta pude y hasta que nos botaban de ellas. Pero, de vez en cuando, al menos, me gustaría volver a salir a bailar. Cuando vivía en Margarita tenía el aliciente de que en mi casa siempre había fiesta. Tenemos un cumpleañero todos los meses. Pero aquí ni eso se celebra. Yo creo que ni saben la letra del cumpleaños feliz!
La verdad, estoy aquí sentada destilando mi veneno de viernes porque no espero que pase nada esta semana tampoco. Ya hablé con Eduard al respecto y no saldremos porque él tiene un compromiso con unos amigos y “alguien” debe cuidar a los niños. Qué lata! Otro viernes de pijama, cama, cotufas, Backyardigans, Barnie, Rubbadubbers, Save Ums y quizás a eso de las 10 y media u 11, cuando bebé se duerma, entonces el mayorcito me “permita” un poquito de su MTV y los Invadecuartos, algunos videos fumados y si tengo suerte… un poco de música comeflor.
Una vez escuché algo así como que: Todos los días me parecen iguales. No sé si fue en una canción de esas para cortarse las venas, seguramente. Me horrorizó la idea. Pero creo que estoy cayendo en lo mismo. A veces ya no sé si es martes o jueves. ((Suspiro)).
Qué fastidio. Otro viernes… ((Suspiro)). Ojala pueda escribir sobre otra cosa pronto. Ojala recupere mi vida, pronto. Ojala pronto vuelva a ser viernes… como antes.
Ojala todos y (sobre todo) todas tengan un mejor viernes que el mío y un buen fin de semana.
MAS BELLEZA MAS AMOR
Hace 9 años.